domingo, 27 de mayo de 2007

Juan Bautista Etchegoyen, buenos días. ¡Ah!, y muérete.

Mi colegio en sí es un asco. Mangas de profesores criminales rodean sus interiores, mientras los flaites y los robos dominan su periferia. El olor a pesqueras ha pasado a la historia, dándole un sello personal y caractéristico a nuestro Puerto. La nueva generación libertina pokemona apesta los eternos días que nos quedan para salir; -ya con magnífica alegría-, de la Cárcel Etchegoyen Talcachuano. Auxiliares hocicones, (a excepción de dos que se salvan), inspectores empedernidos, pan de cada día refregado en tu cara.

¡Salve a los cocineros!


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