martes, 31 de agosto de 2010

La relatividad de la realidad.

Es ahora cuando la opción de "desadaptación social" se torna la más fiable. Quizás el hecho de renunciar al mundo se constituye en el eje central de la vida "en sociedad", pues te hace llegar siempre a aquella conclusión irrevocable. A medida que vives más en ella, más deseos infructuosos en lo hondo del diafragma reclaman una salida, y como madre que no tiene que dar de comer a sus hijos, trata de acallarlos con la fantasía inmaterial e invisible. No puedes comer palabras, ni tampoco beber visiones, pero puedes morir por ellas. Sigue siendo curioso el hecho de la muerte por ideales. De la muerte causada por sueños frustrados. De la muerte producida por fantasías insatisfechas. Al final, todas éstas constituyen causas de muerte y jamás alimento para la sustancia viviente. A veces se introduce en escuelas, cárceles y psiquiatras a la gente equivocada, a aquella que no está dispuesta a vivir entre las 4 paredes de 5x8 que nos obsequia la limosna del estado, que simplemente prefieren una muerte digna a una vida llena de humillaciones y bajezas. Es decir, ¿puede ser la vida, en una continua secuencia de amores, locura y muerte, una oportunidad de encaminarse en el camino hacia la "felicidad"? Mi respuesta es un rotundo sí. Es algo tan loco que resulta ser cierto. En los momentos incómodos y penosos, el encantamiento de la vida es vomitado hacia la manifestación intelectual del ser humano. Podemos ver la belleza de la ridiculez, la encantadora envidia, el tierno gesto patético y la fatal resuloción final del conflicto. ¿Acaso no ves la magnificencia y grandeza que se encuentra en aquellas manifestaciones? "Sólo las almas más inquietas suelen descubrirlas", enuncia Borges. Los detalles de las grandes eminencias suelen revelar los ocultos secretos del "relativo éxito". 

Tantas relatividades me han dado hambre. Ya chao.

Subiré...

...escalones eternos hacia la idiosincracia moderna, hasta que me ahogue en sus epítetos tan largos como la ceguera que deja el astro solar. Veré colores inimaginables e inexistentes, inventaré unos cuántos más, y de pasada dibujaré tu sonrisa. Besaré cada uno de tus dientes y me pondré en los hombros el pecado original de toda la humanidad. El peso me aplastará cuál gigante aplasta a la noble hormiga, pero junto con esa muerte, la absolución estará más cerca que nunca. Leeré en aquella mítica y atemporal dimensión sobre Dickens, Morrist y West, y los veré a cada uno plasmado en óleo manchando el cielo como escenario, y escupiendo éste a todo ser humano que en edades primigénias escupieron en esa dirección primero. Las nubes empezarán a hablar en el idioma de los leones, donde cada rugido será comparable a multitudes de infinitas tormentas, donde cada trueno será el sonido de las absoluciones de cada alma que pisó la tierra desde aquel mítico principio. Los rayos enceguecerán de asombro, masticarán la sorpresa y digerirán las plegarias de los mortales terrestres, para por último, defecar sobre una tierra fértil el fiel abono, que hará germinar las semillas del nuevo pacto. La fauna elevará canciones de salud, en honor al nuevo mundo creado, esta vez, sin humanos pisando a esta noble forma de vida. Resulta irrisorio pensar que un humano pueda predecir el final de su especie. Pero al ver que es un acontecimiento inevitable y necesario (palabras más precisas y concisas nunca habrá) se pasa de una corriente de confusiones al más puro y limpio deber: ser los próximos caudillos que se entregarán en sacrificio para que el resto de las especies vivientes siga existiendo. Ser kamikaze en el siglo XXI no es una opción; es un destino implacable e inesquivable.

Como la gente es tan ahueoná. La ignorancia y la comodidad contribuyen al estado actual pernicioso del chileno mediocre...
Así me gustaría estar siempre, lejos de las micros, los ríos de gente, los taladros en la mañana, las formalidades, los protocolos, en general; lejos de la puta sociedad. Sentir el viento aveces se torna el objetivo del día.

E insisten, e insisten, e insisten y siguen insistiendo los hombres pequeñitos de que son grandes.

Agradezco...

...haber cometido errores. Si volviera a nacer cometería aún más, pues una puerta de posibilidades se abre cada vez que cometes uno. Decidí cerrar algunas, haciendo lo correcto, con el afán de agradar a la tortuosa sociedad, pero de vez en cuando aspiro a ver que hay detrás del espejo. La alfombra de hojas, las nubes de algodón, el grueso tronco y el perro corriendo me inundan de la esencia de lo viviente. Después del ritual, me planto en un árbol, me gasifico junto a la nube, y corro junto al perro. 

Soy un ser volátil, frágil y fuerte a la vez, pues las dicotomías integran mi cuerpo y lo impulsan/expulsan a dimensiones limítrofes de países aún no descubiertos.

Subo las escaleras...

...mientas saltas como un desesperado hijo de perra diciendo: "déjame nena robarte el corazón, yo sólo quiero hacerte el amor".